Nacida hace 100 años, el 17 de abril de 1919, en San Joaquín de Flores, Heredia, Costa Rica, la cantante Chavela Vargas era como los toreros, según escribió Salvador Camarena en el diario El País, siempre se despedía y siempre regresaba. No se le dio la gana morirse en su último viaje a España, cuando el 12 de julio fue ingresada en el hospital por agotamiento. Los peores augurios tuvieron que esperar. Pisaría de nuevo México. Todo fue aterrizar para que comenzara el canto chavelesco: “Ya vine de donde andaba, se me concedió volver. A mí se me figuraba, que no les volvería a ver”. No la venció el alcohol ni el olvido. No se perdió en la fama ni en los recuerdos. Mostraba la misma pasión por los grandes que por las simples cosas. Le aburría que le preguntaran por Frida Kahlo, pero le divertía recordar, de buenas a primeras, lo que vivió con la pintora y con Diego Rivera al poco de haber llegado a México. “Me invitaron a una fiesta en su casa. Y ya me quedé, me invitaron a quedarme con ellos a vivir y aprendí todos los secretos de la pintura de Frida y Diego. Secretos muy interesantes que nunca desvelaré, jamás. Y éramos felices todos. Éramos una gente que vivía día con día, sin un centavo, tal vez sin qué comer, pero muertos de la risa. Todo el tiempo. Me fui acostumbrando a ellos, acostumbrándome a sus costumbres”, le dijo Chavela a Pablo Ordaz, de EL PAÍS, en abril de 2009, fecha en que celebró sus primeros noventa años. El calendario de la vida de Chavela estaba hecho de saltos y leyendas que incluso confunden la fecha misma de su nacimiento (se enojaba cuando intentaban corregirle la mentira sobre su edad). De recuerdos amargos de Costa Rica, país que dejó a los 14 o a los 17 años, la fecha que gusten es buena, y al que regresó al arrancar el siglo XXI para confirmar, siete meses después, que ella era de México, pero ya no de la capital, con sus fríos, sus chubascos traicioneros y sus madrugadas de fiesta. Para amanecer en sus últimos años eligió Tepoztlán, un pueblo de clima templado donde ella amanecía dialogando con El Chalchi, su monte-chamán. (Con datos de tomados de https://elpais.com/cultura/2012/08/01/actualidad/1343803995_525687.html).
Otro personaje de la música popular que cumple 100 años de su nacimiento es el cubano Orlando de la Rosa. Nació el 15 de abril de 1919 y falleció inesperadamente cuando solo había cumplido 38 años, el 15 de noviembre de 1957, en La Habana. César Pagano escribió para el diario El Tiempo de Colombia que Orlando de la Rosa perteneció a una clase social más holgada de artistas, que pudieron tener estudios musicales y que cambiaron la guitarra de los trovadores populares por el piano como instrumento indispensable para su labor. Cuando el bolero se apodera de América en los años 30, hacía tiempo que desde Cuba se vivía como una vocación nacional. Es la primera vez que se encuentra un grupo tan compacto, que esencialmente se identifica con el bolero, amplía su repertorio y le moldea otro estilo. Orlando de la Rosa nació en La Habana vieja entre familia de músicos, donde su madre lo inició en las artes musicales. Después estuvo en el Conservatorio Félix Alpízar, pero su verdadero adelanto lo logró al recibir instrucciones de pianistas como José Arango, Isolina Carrillo y el mismo Ernesto Lecuona. Para Helio Orovio, la primera composición del artista data de 1940, “Ya sé que es mentira”, sin embargo, Cristóbal Díaz Ayala sostiene que fue “Quién sabe”, que ese mismo año gana un premio en el concurso que la RHC había instituido. Guapea por aquí y por allá con cuartetos y quintetos vocales, se deja invitar por Lecuona a maratones con diez pianos y compone y acompaña a la formidable cantante Ester Borja con dos obras suyas muy intensas y pulidas: “Una noche” y “Para cantarle a mi amor”, un verdadero lied. Los tiempos de penuria quedan definitivamente superados cuando la canción Esto es felicidad se la interpreta Josephine Baker y gana ubicación entre las cinco piezas más populares entre mayo de 1950 y 1951, al lado de Pérez Prado y Eliseo Grenet. (Con datos de https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-676911).
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