Este 4 de agosto se cumplen los 100 años del natalicio de la cantante yucateca Rosa María Alam, quien será objeto de diversos homenajes como el que se realizará en Mérida, Yucatán el 5 de agosto próximo, y cuyo programa publicamos al final de estas líneas. Alam grabó muchos boleros, aunque no fue exclusiva de este género, ya que también llevó al disco tangos, rumbas y sones, entre otros. Según un texto de Don Luis Pérez Sabido, publicado por el diario yucateco Por Esto, Rosa María Alam nació en Mérida, Yucatán, a las cinco de la mañana del lunes 4 de agosto de 1913, en el predio número 460 de la calle 61, entre 52 y 54, del barrio de La Mejorada. En 1934, con veintiún años de edad, Rosa María debutó como cantante de boleros en la radiodifusora XEZ (calle 56 x 63), propiedad de los hermanos José y Alonso Palomeque Pérez de Hermida; la acompañaba el pianista Ricardo “El Jazz” Medina, en un programa patrocinado por la fábrica de Sidra Pino, que se transmitía de lunes a viernes. El locutor Arturo García Rodríguez, quien más tarde se convertiría en el primer actor de cine Arturo de Córdova, la presentaba como “La Conquistadora del Aire”.
Agrega Pérez Sabido que con frecuencia visitaba la radioemisora XEFC, donde canto ocasionalmente alternando con Judith Pérez Romero, de apenas 14 años de edad, Irma Farjat, María Luisa Harrison, Tuta y Nena Graham, las hermanas Rubio Osorio y el trovador y compositor Candelario Lezama, entre otros. Por recomendación de Arturo de Córdova, el empresario mexicano don Emilio Azcárraga Vidaurreta la invitó a integrarse al elenco inaugural de la radiodifusora XEQ, que inició sus transmisiones en 1938. A principios de 1940, ya con un prestigio radiofónico bien cimentado, llegó como figura estelarísima al elenco de la XEW, llamada “La catedral de la música en México”, en los gustados programas “Maracas y bongós” y “Cancionero Picot”, donde estrenó, entre otros, los primeros boleros de Gabriel Ruiz. En la XEW, el locutor Pedro de Lille, famoso conductor de La hora azul, la llamó “La Voz Cálida”. A más de su calidad vocal, rica en inflexiones, Rosa María poseía una espléndida figura y una estatura que sobrepasaba en mucho a las demás cantantes de su época.
En su artículo, Pérez Sabido destaca que fueron numerosas las grabaciones que realizó Rosa María Alam en la ciudad de México. En 1941, con la orquesta del tapatío Alfredo Parra Camacho grabó el bolero Qué me importa, de Mario Fernández Porta y otras más. En 1942, con la Orquesta de Rafael de Paz llevó al disco: Puedes irte de mí, de Agustín Lara; Ven, de Emilio de Nicolás; Enseñar al que no sabe, de Chucho Monge; La mulata rumbera, de Ernesto Lecuona y Se muere mi pájaro, de Herminio Kenny, y con la orquesta de Moisés Pasquel, Que voy a hacer sin ti, de Roque Carbajo. En 1943, con la orquesta de Rafael “El Jibarito” Hernández, Ya lo verás y Desesperación, del propio Rafael Hernández; con la orquesta Lira de San Cristóbal de los Hermanos Domínguez: Inspiración, de Alberto Domínguez; Qué más me da, de Ernesto Domínguez, y Mi único dolor, de Antonio Allegre; con la Orquesta de Miguel Ángel Pazos, Como tú no hay, de Alberto Beltrán, y con la Orquesta de Armando Domínguez, Besar, de Juan Bruno Tarraza. En 1944, con la orquesta de Miguel Ángel Pazos: Inolvidable, de Julio Gutiérrez, y con la Orquesta de Mario Ruiz Armengol, Por mi culpa, de Federico Baena. En 1946, Frío en el alma, de Miguel Ángel Valladares, con la Orquesta de Rafael Hernández. (Fotos y texto: http://www.poresto.net)
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