Este viernes recordaremos al compositor Claudio Estrada Báez, que falleció hace 35 años, el 22 de enero de 1984, a los 83 años de edad. Oiremos algunas canciones en su interpretación y también una semblanza que hace tiempo produjo Fernando Hernández, desde Jalapa, Veracruz. El compositor nació en Veracruz el 31 de julio de 1910, sin embargo, el compositor decía que había nacido en ese estado por mera casualidad, pero fue registrado en la Ciudad de México. Compuso su primera canción en 1929. Según datos de la SACM, en 1930 conoció a Mario del Valle y con él formó un dueto y empezaron a trabajar en la carpa Ofelia. Tocaba su guitarra y Mario del Valle cantaba. Actuaban vestidos de gauchos. Ahí ganó su primer sueldo de artista, $2.50 En ese lugar alternó con María Victoria, El Chicote, Palillo y Clavillazo, entre muchos otros. Un año más tarde, en 1931, llegó a esa carpa Mario Moreno. De él Claudio expresaba “un jovencito muy respetuoso y simpático, con muchas ganas de trabajar”. Entre Cantinflas y él surgió una bella amistad. Con el tiempo, Don José Fustenberg mandó construir el teatro Follies, donde trabajaría Cantinflas, y llamó a Claudio para que le hiciera canciones para unas revistas. Una de sus grandes cualidades fue el virtuosismo con que llegó a tocar la guitarra, instrumento que fue su pasión. De su facilidad para tocar la guitarra se dice que de niño observaba las pisadas, corría a su casa, arrancaba un diente a un peine de carey, descolgaba la guitarra de su padre e intentaba repetir las melodías como las había escuchado. Su imaginación se desbordaba, amaba la lira, la abrazaba, tocaba las cuerdas en el traste, con la punta de los dedos golpeaba la caja. Esto lo hacía doblemente artista. Entre sus canciones destacan “Ojos traviesos”, “Albricias”, “Contigo”, “Todavía no me muero”, “Una traición” y otras.
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