El 31 de mayo se cumplieron 100 años del nacimiento de la cantante texana Lydia Mendoza, la llamada Reina de la Canción Texana o La Alondra de Frontera, quien falleció el 20 de diciembre de 2007, a la edad de 81 años. Para recordarla haremos un programa especial con varias de sus canciones, tanto de sus inicios con el Cuarteto Carta Blanca, así como de sus grabaciones con voz más madura. Además escucharemos una semblanza de su vida en la sección La Cadena del Recuerdo. En el libro “Lydia Mendoza’s Life in Music”, escrito por Yolanda Broyles-González Lydia afirma: “Yo llegué a San Antonio, en aquellos años no había mujeres que cantaran o que se animaran a cantar. Surgió, por ejemplo, Rita Vidaurri; es una muchacha que conocí cuando ella comenzó y tenía doce años. Comenzó en unos concursos que hubo allí en el Teatro Nacional. Ella ganó porque cantaba y tocaba la guitarra, pero de seis cuerdas. Tenía una voz muy bonita. Empezó a trabajar y a hacer giras así y todo. Pero de repente se apagó. Allí vive en San Antonio y trabaja en un hospital. Ya ves se retiró del ambiente. Rosita Fernández es otra que le pasó lo mismo. Nunca hizo nada afuera de San Antonio. Allí en San Antonio trabajó mucho cantando en el paseo del río. Pero ya también se retiró. La verdad es que no han quedado cancioneras o artistas que hayan hecho giras o que hayan aguantado.”
En el mismo libro “Lydia Mendoza’s Life in Music”, escrito por Yolanda Broyles-González, Lydia recuerda cómo era la manera de aprenderse las canciones en aquellos tiempos de los años treinta: Una vez que me mandó mamá a un mandado a comprar no sé qué. Me dio un centavo, pero aquello no costaba un centavo, y compré un chicle con lo que sobró. Ese chicle estaba hecho molotito ves, estaba enredado en un papelito, y ese papelito era una canción. Entonces ya después que me di cuenta de eso, con cada centavo que yo tenía en mi mano compraba un chicle. Así fui haciendo una colección como de unas veinte o veinticinco canciones de puros papelitos. Y los miraba yo. Allí venía, por ejemplo, “La Mocosita”, “El Tango Negro”, “La Adelita”, las “Cuatro Milpas”, “El adolorido”, “Ladrillo”, “Todo Por Tí” … bueno, tantos números que no me recuerdo de todos. Entonces los miraba yo esos papelitos, y decía: —¿Bueno pero cómo irá la música? Tantos números, ¿ves?, y yo no sabía la música. Bueno, después de esta historia, te platico como me aprendí la música. Eso fue en Monterrey en 1926; un año antes de venirnos pa’ Estados Unidos. Pero antes de venirnos pa’ Estados Unidos siempre íbamos y veníamos, íbamos…. Porque mi padre trabajaba en el ferrocarril. Lo mandaban a San Antonio, a Houston, a Beaumont, y así. Entonces la mitad de la familia nació en Monterrey, como mis hermanas Juanita, María y Francisca la que murió. Las otras nacimos aquí. Yo, una hermana —la hermana mayor— y los dos hermanos somos nacidos aquí en Estados Unidos. Fuimos siete. Pero ya murió Francisca. Francisca murió; entonces ya nomás quedamos seis.
El Cuarteto Carta Blanca de la Familia Mendoza tenía sonido antiguo, mexicano y rústico. La propia cantante texana Lydia Mendoza explica sus inicios en la música con la su familia: Yo fui el eje principal de La familia Mendoza en la música. Entonces venía yo tocando la mandolina y mi mamá tocaba la guitarra, mi hermana Panchita tocaba un triangulito y mi papá una pandereta. Formamos un cuarteto, El Cuarteto Carta Blanca, y recorrimos todo el Valle de Texas cantándole a los mexicanos, ¿ves? Y cuando mi papá vio un anuncio en La Prensa que necesitaban artistas para cantar, pues fuimos a San Antonio. Nos dieron las grabaciones en 1928. Y nomás grabamos y nos fuimos de San Antonio. Por cierto que ni oímos ni una de las grabaciones. No sé quién le metió a mi papá que con la música que traíamos nosotros, allá en el Norte [de Estados Unidos] íbamos a hacer mucho dinero. Porque en ese tiempo se iba mucha gente al betabel y a los trabajos. Familias enteras de mexicanos se iban para allá. Y que en todos los pueblos de por allá, como Detroit, Pontiac, Flint, y otros lugares de Michigan no había nada de diversión de música y que la gente se desesperaba. En aquellos años, pues de veras que no había nada. Entonces una mañana llega mi papá y le dice a mi mamá: Alguien me ha dicho que allá para el estado de Michigan, para el Norte, nosotros podemos ganar mejor dinero que aquí. Estábamos muy pobres, no teníamos nada y dice mi mamá: Ay, Pancho, usted está loco, ¿pos cómo nos vamos, si con sacrificios nos vinimos del Valle, pos irnos al Norte? ¿Cómo? Pero al final nos fuimos. (Con datos de Lydia Mendoza’s Life in music, libro escrito por Yolanda Broyles González).