POR HUMBERTO VÉLEZ CORONADO
Nota periodística originalmente publicada en la revista musical La Lira de la ciudad de Barranquilla (Colombia)
Si nos pusieran a escoger la agrupación musical, que mejor representa, el tránsito de los aires afrocubanos, desde sus albores, hasta el advenimiento del fenómeno de la salsa no vacilaríamos en elegir a la Sonora Matancera, el conjunto que más influyó internacionalmente, en la gestación y desarrollo de este género, que tan hondamente ha impactado en los corazones de los melómanos de nuestros países latinoamericanos y del mundo entero. Fue una de las más grandes orquestas, en una tierra donde los músicos y cantantes se dan silvestremente, y que per cápita, tiene el mayor número de exponentes, en la difusión de los más diversos ritmos afroantillanos. Este elenco de apenas siete integrantes tuvo la inmensa fortuna de ser protagonista, en su casi centenaria trayectoria, de los momentos culminantes, por los cuales atravesó esa metamorfosis, que produjo una de la más grandes revoluciones musicales del siglo XX, estando ella siempre presente, desde sus inicios, en la patria de Martí, hasta su culminación en la ciudad de Nueva York, lo que no pudieron conseguir las demás orquestas, que rivalizaban con La Sonora –así a secas -, en la era dorada de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, en la capital de la Perla de las Antillas.
LAS RAZONES DE SU ENCUMBRAMIENTO
En procura de una mayor comprensión acerca de su rápido reconocimiento, que la llevó al lugar de preeminencia que ahora elogiamos; hay necesidad de analizar cuáles fueron las circunstancias coyunturales que se dieron, para que gozara de una popularidad a toda prueba, durante casi un siglo ininterrumpido de ejercicio profesional, contando todavía con la entusiasta acogida de antaño, convirtiéndose así, en un ícono de la cultura popular, en un fenómeno de masas, como acontece con cualquier otro clásico de nuestra historia, para los cuales no hay indudablemente edad para una jubilación temprana y que al no tener una fecha de caducidad a la vista, perdurarán para siempre. Y de paso darle respuesta a algunos interrogantes, que por tal motivo, giraron a su alrededor, durante muchos años:
¿Cuál es el secreto que esconden esos acordes casi mágicos, que consiguieron sus creaciones, al conjugarse unas voces con unos pocos instrumentos, que fueron ejemplos de concisión musical, en los apenas tres minutos de duración del respectivo microsurco discográfico?
¿Por qué el filin matancero no nos aburre, sin importar cuantas veces se escuchen sus melodías, y sin que el tiempo haga mella en el deleite que ellas causan?
¿Cómo se consiguió el sonido de sus grabaciones, que todavía en la actualidad, continúa asombrando a sus seguidores, que fue motivo determinante, para lograr por doquier, sus millonarias ventas?
LAS RAZONES DE SUS EXITOS
Ciertamente que debieron ser muchos los planetas y factores que debieron alinearse, en el lugar y momento precisos, para que la Sonora Matancera, sea considerada la orquesta con mejor proyección internacional entre las del Caribe; y además de haber realizado el concierto con el mayor número de asistentes, celebrado a cielo abierto, como lo atestigua Record Guinnes, al respecto.
Entre ellos, muy especialmente, a la visión de su director, Rogelio Martínez, que con mano férrea la llevó al sitial de honor que ocupó por décadas, imponiendo una disciplina castrense, dada la peculiaridad de las psiquis de cada uno de sus integrantes, en donde cualquier desliz se castigaba con severidad. De ello quedaron como ejemplos, los fulminantes despidos de Bienvenido Granda y Alberto Beltrán, que no tuvieron retorno. Y a un sexto sentido que poseía, de saberle escoger los temas a los cantantes, según la tesitura de su voces.
Practicaban todos los días y laboraban todas las noches, con mentalidad prusiana y nada estaba sometido al azar. Fue fundamental también el carácter de cooperativa, que adquirió desde 1942, en donde las ganancias se repartían equitativamente entre todos.
A un mago de la consola Medardo Montero, que se anticipó a su época, inventando técnicas nuevas en un estudio de Radio Progreso, para captar el sonido inconfundible de esta genial agrupación; a un arreglista eximio que fue Severino Ramos, el popular refresquito, cuyas formulas musicales jamás repetía, cambiándolas incesantemente en cada partitura, adaptándose magistralmente a la personalidad de las decenas de vocalistas que se acodaron a su piano, en el momento crucial de la creación y por último, a un valor agregado que no tiene precio: la fidelidad a toda prueba de sus integrantes, que no fueron cambiados al menos durante el tiempo de su permanencia en la isla, a no ser que fuera por motivo de fallecimiento o problemas de salud, pudiendo ser reemplazados por un hijo o un pariente cercano.
En una época en que un músico anochecía, pero no amanecía en las filas de cualquier orquesta, de las que tanto pululaban, por todo los rincones de la Habana en su edad de oro, amenizando sus famosas noches de placer y diversión, que se disfrutaban entre ríos de dólares que fluían con la misma profusión con que se libaban los más exquisitos licores. En que la rebatiña de sus mejores exponentes, era cosa de todos los días, por parte de los cabarets de entonces, la unidad monolítica existente al interior de la decana de los conjuntos cubanos, tenía fama de proverbial, permaneciendo imperturbable, ante las arremetidas de un mercado supremamente competido en esta isla caribeña.
“NUNCA TANTOS DEBIERON A TAN POCOS”
Pero sí sus miembros, poco fueron objeto de cambios, en mucha parte de su trayectoria, los cantantes que pasaron por allí, sí que fueron una multitud, de todo pelambre y condición, desde los más encopetados hasta los más humildes, llevando de por vida ese gran honor. Se habla de más de 60 vocalistas, faltando datos de otros municipios y veredas hasta donde llegaron a presentarse. Careceríamos de espacio suficiente aquí, para mencionar a los más destacados, dejando esa tarea a la imaginación de los lectores.
LAS RÉPLICAS DE UN SISMO MUSICAL
Esa labor llevada a cabo durante durante muchos años, con tanto ahínco, impuso a la larga, un formato único, de su exclusiva invención: el formato de la sonora, que rápidamente formó escuela, tal como le aconteció, años atrás, al genial Arsenio Rodríguez, con la creación de su famoso septeto.
Allí abrevaron varias generaciones de músicos, que surgían por ese entonces. Y fue así como, con mucha presteza, se copió ese modelo en distintas latitudes geográficas de nuestro continente americano, produciéndose clonaciones, que como rémoras y replicas exitosas, fueron igualmente acogidas calurosamente, en cada uno de las naciones de origen. Y como si fuese un acto de magia, comenzaron a brotar por doquier, así, la Sonora Mejicana en el país azteca. La Sonora Malecón en Puerto Rico. En Venezuela, la Sonora Caracas. En nuestro país, la Sonora Tropical de Juancho Esquivel, la Sonora del Caribe de Cesar Pompeyo, la Sonora Silver de Lucho Bermúdez y la Sonora Antillana de Edmundo Arias, con la particularidad de que todas ellas pudieron grabar al menos un disco de larga duración ,acompañadas por el recién llegado a Colombia, Bienvenido Granda. Y por último tenemos a la Sonora del Lucho Macedo en Perú, que resultó ser la más exitosa de todas, que en 1957, vendió más discos en su país de origen, que la propia Sonora Matancera, granjeándose muchos éxitos, a través de una dilatada trayectoria profesional, por ser la mejor variante de la matriz original.
EL LARGO CAMINO A LA SALSA
Con la partida de la agrupación hacía Méjico, el 15 de junio de 1960, a raíz de la revolución castrista, se puede decir, que la Sonora Matancera ingresa en una segunda y definitiva etapa, en que no vendría a ser la misma de los viejos tiempos. Al dejar atrás, la querencia del terruño, su zona de confort, en donde lo tenían todo, se enfrentaron por primera vez en el extranjero, con la incertidumbre de un porvenir que no estaba del todo claro, ya que no eran mirados con los ojos del distante ayer, pues parecía que el sonido no era el mismo, aquel inconfundible, que habían conseguido en los estudios de grabación de Radio Progreso.
Todas esas incidencias la conducían, a un inevitable acercamiento, con un movimiento innovador que apenas empezaba a gestarse en la principal ciudad del país del norte, acaudillados por unos hijos de puertorriqueños, nacidos en los EE: UU, que respondían al nombre de nuyoricans;era una nueva generación de adolescentes, con inquietudes musicales, que vivían en los guetos de ascendencia hispana de la Gran Manzana, agobiados por los embates de una crisis de identidad; producto del desarraigo propio de las minorías inmigrantes, que llegaron a probar suerte en la tierra del sueño americano .Al no sentirse norteamericanos ni tampoco borincanos, optaron por una fusión transaccional entre las melodías que oían al unísono, por la radio o en los traganíqueles del barrio, el rock, el blue,el pop, la bomba, la plena, la guaracha y el son, entre otras; y el resultado fue una extraña mezcla rítmica, que empezó a gustar en Latinoamérica. Y en la cual, como es de suponerse, tenía una fuerte influencia la Sonora Matancera.
En México ya no contaban con el percusionista Simón Domingo Esquijarroza minino, el sucesor del legendario José Rosario Chávez manteca desde 1957, al regresarse intempestivamente a la isla, quedando los timbalitos bajo el cuidado de Manuel Muñoz papaíto hasta el día de su muerte en el año 2.000.Además, al no poder viajar con sus estrellas habituales, traen consigo a Willy Rodríguez el baby y Alberto Pérez el chivo, dos voces emergentes que refuerzan con otra vernácula, la de Emilio Domínguez el jarocho hasta cuando deciden radicarse definitivamente en los Estados Unidos, luego de una extensa gira por Venezuela. En 1965 se retiran Celia Cruz y Celio González y un año más tarde, finaliza el contrato con la Seeco, lo que implica asumir nuevos retos y responsabilidades, que los lleva a crear su propio sello MRVA, con otra nómina de cantantes como Elliot Romero,Justo Betancur,Tony Díaz y Máximo Barrientos, que oxigenan el conjunto. Con la salida a regañadientes de la insustituible Celia Cruz, se vincula por primera vez, a un ramillete inusitado de vocalistas femeninas, representado por Linda Léida, la colombiana Gladys Julio y la soprano Katy Infante. En 1967 se retira Pedro Knight y es reemplazado por el dominicano Emilio Aracena chiripa, que permanece hasta el año de 1971.
La agrupación va alejándose definitamente de sus derroteros iniciales y ya no tiene el sonido primigenio. En 1971 ingresa Eladio Peguero Yayo el indio, como cantante de planta. En 1973 Welfo Gutierrez llega a ocupar la vacante del corista Roberto Torres, antes de convertirse en afamado productor discográfico. En 1976, se retira su pianista insigne Lino Frías, aquejado por la artritis, que venía vinculado desde el año 1944, siendo sustituido por Javier Vásquez hijo del fundador Pablo Vásquez bubú e ingresa igualmente como cantante Jorge Maldonado, con cuyo concurso graban varios elepés en el sello Orfeón, donde tienen la oportunidad de pasarse a la nueva tecnología del piano y el bajo electrónicos. En las trompetas, los cambios son numerosos, Saúl Torres, Nelson Feliciano, Hilario Dorval y Raymond González, que vinieron a detenerse, con la inclusión de Alfredo chocolate Armenteros, que permanece hasta el año de 1980 cuando llega a suplirlo el dominicano Héctor el bomberito Zarzuela, que a su vez es relevado por Félix el junior Vega, En ese año se retira uno de los grandes Ángel Alfonso Furias Yiyo, quedando la tumbadora a cargo de Alberto Valdés. En 1990 fallece el icónico caito y se vincula en su reemplazo Fernando Lavoy, que muere trágicamente dos años después.
LA SONORA EN LA SALSA
Puede decirse que la sonora pensó mucho su paso a la salsa, en ese afán de exprimir su formato, hasta el cansancio y el agotamiento. Ese tránsito, que ya era urgido por los nuevos tiempos, lo dejaron para último momento. Tan sólo en 1981, de la mano de La Fania, cuando Johnny Pacheco, su admirador de toda la vida y quien había confesado su inmensa deuda con ella, al momento de fundar su conjunto, luego de dar por terminado su paso por la charanga, la invita a grabar un álbum para su sello Bárbaro, con la producción y los arreglos de Javier Vasquez,acompañados de la voz de su paisano el matancero Justo Betancur, con una plantilla totalmente renovada, con la que rompe sus amarras con el pasado y se lanza a explorar nuevos horizontes en los campos de la triunfante salsa, con un éxito espectacular en las ventas, que se repetiría tres años después, en 1984, con la voz del boricua Ismael Miranda. Hasta cuando en 1993, se deciden grabar su última producción con el nombre De Nuevo México, en cuyo lanzamiento tuvieron un año de preparación, para despedirse por la puerta grande, cortando rabo y oreja, con Yayo el indio, como solista.
Y el resultado fue un gran trabajo, realizado con mucha calidad y dedicación, producido, nada menos que por la filial latina de la Warner Brothers, en donde por fin un norteamericano toca con la sonora, el trompetista Ken Fradley.
El 13 de mayo del 2001 fallece Rogelio Martínez, con lo que se pensaba que la legendaria agrupación desaparecería, pero tres años después, Rogelio Martínez junior, decide continuar, con Javier Vásquez como director, radicando su sede en Las Vegas Nevada, para irradiarla desde allí, hacía todo el mundo. De tal manera que no nos preocupemos, ya que como bien lo dice el título del último álbum que grabaron en el 2009, teniendo como vocalista al puertorriqueño Darío Rosado: “Hay Sonora Pa’Rato “.
Muy buen trabajo. Los felicito.
La primera canción que escuché con la Sonora Matancera fue “Qué solo estoy”, no recuerdo el intérprete en este momento; pero si recuerdo que la canta con mucho sentimiento aprovechando el gran acompañamiento musical de esta gran orquesta. Todas sus canciones y sus grandes intérpretes van por el mismo tenor.
La Sonora Matancera, considero, es un ejemplo difícil de sustituir… se nos fue… y se nos fue.
Mis deseos de salud, felicidad y éxito desde Ciudad Juárez, Chihuahua, Estados Unidos Mexicanos.
Es el grupo musical que internacionalizo los ritmos Afro Antillanos por todo Hispoamerica y el resto del mundo. Involucrando cantantes internacionales de diferentes países. Lo que le dió todavía más versatilidad y ese sabor que a todos. Aún atravesar de los ajos nos encanta. Sonora Matancera que bien podría llamarse la madre de todas las orquestas y exponentes de esta cultura musical. Y seguida por la Sonora Ponceña que ha dado muestra de ser una seguidora digna de la MATANCERA, Porque PARAQUE un grupo musical dure más de 50 años en el ambiente. Algo muy bueno tiene que estar haciendo. Gracias Sonora Matancera por tu legado musical.