Este viernes presentaremos algunas voces mexicanas cuya coincidencia era su origen libanés: Antonio Badú, Dona Behar y Gaspar Henaine. La comunidad libanesa en México es fuerte en todas las actividades importantes del país, dentro del mundo de la empresa, política y las artes. En el año de 1892 llegaron los primeros libaneses a México, procedentes de Beirut en barcos franceses hacia puertos mexicanos como Puerto Progreso, Veracruz y Tampico. En aquel tiempo no existía Líbano como una nación independiente, el territorio era posesión del imperio otomano que posteriormente fue un protectorado francés. Durante 1948 la guerra entre Israel y Líbano y la Guerra de los Seis Días, miles de libaneses salieron del Líbano y se fueron a México, llegando por primera vez a Veracruz. Dentro del cine se destacó la presencia libanesa como lo retrata la película El baisano Jalil, filme que narra la vida de los inmigrantes libaneses cuando llegaron a México a principios del siglo XX. De El Chato Helú a Salma Hayek, de Mauricio Garcés a Antonio Badú y los hermanos Bichir, la presencia libanesa en el cine nacional es revisada por el investigador Carlos Martínez Assad, en su documental Los libaneses en el cine mexicano que presentó en 2007. Assad recupera también la imagen que se tenía de los libaneses en el cine, como la plasmada por Joaquín Pardavé en la cinta El baisano Jalil (Pardavé, 1942). El comerciante libanés Jalil Farad, interpretado por el cómico, aparece en al menos otras tres cintas, según el conteo de Martínez Assad, quien a lo largo de cuatro años de investigación vio más de 150 películas relacionadas con el tema.
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