Este 3 de abril se cumplen 50 años del fallecimiento de Álvaro Carrillo Alarcón y el próximo 2 de diciembre se cumplirán 100 años de su nacimiento. Nació en Cacahuatepec, Oaxaca, el 2 de diciembre de 1919 y falleció el 3 de abril de 1969. A pesar de haberse titulado como ingeniero agrónomo y de haber ejercido por un tiempo su profesión, se dedicó fundamentalmente a la composición: creó más de 300 canciones, y de entre ellas la más popular es quizá “Sabor a mí”, un bolero de 1959. Álvaro Carrillo cursó sus estudios primarios en Cacahuatepec y posteriormente, en 1935, ingresó al Internado Agrícola Indígena de San Pedro Amuzgos (en Oaxaca), pero, debido a una revuelta originada por el reparto de tierras, el internado se clausuró. En esta etapa de su vida, entre fiestas populares donde se tocaban sobre todo chilenas (baladas mexicanas) y sones costeños, inició su carrera en la música. Fue así como compuso “Celia”, la letra de una canción que estaba inspirada en una compañera de estudios de quien Carrillo se enamoró. También fue en esta época cuando compuso, a petición de un amigo, “La amuzgueña”, canción que estaba dedicada a la novia de aquél. Carrillo demostró su capacidad para el estudio, pero no para la agricultura. Fue un bohemio, un gran compositor, intérprete de sus canciones, y en este ámbito llegó a ser uno de los más grandes artistas mexicanos, de fama internacional. Como ingeniero, Carrillo trabajó en la Comisión Nacional del Maíz, en la Ciudad de México. Sin embargo, siguió componiendo canciones, y a través de su amistad con el trovador Carlos Madrigal logró que el Trío Los Duendes le grabara el tema “Amor mío”, que se convirtió en un gran éxito que le hizo abandonar por completo su otra profesión y dedicarse de lleno a la composición.
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A “SAN” ALVARO CARRILLO
“Cincuenta años, . . . sin su brillo.”
Se fue, con “La señal” y mucha fama,
Don Alvaro Carrillo, con su dama,
diciéndole “Amor mío”, en ti confío,
previo a la muerte, a sentir su frío.
Se fue, no sé por dónde, “Sabrá Dios”,
con cuerpo, en alma, con pausada voz,
para dar serenata, allá, en el cielo,
sembrando, en este mundo, desconsuelo.
Se fue, sin esperarse “Un poco más”,
sin importarle nada, lo que existe atrás,
las “chilenas”, los románticos boleros,
que ocuparan sus musicales esmeros.
Se fue, así, no más, sin equipaje,
entonando, afable, “Seguiré mí viaje”,
recordando, atento, todas sus creaciones,
superando, fieles, trecientas canciones.
Se fue, sin “Eso”; dando “Grito”, inerte,
al rítmico, “De qué sirvió quererte”,
“Puedo fallar”, “Como se lleva un lunar”,
en tríos, en duetos, . . . de bello cantar.
Se fue, como fugaz “Ave de paso”,
que vivió, prisionera, en un regazo,
con su “Sabor a mí”, tan agradable,
buscando “Luz de luna”, asaz deseable.
Se fue, con toda calma, con sosiego,
Don “Bárbaro” Carrillo, “El andariego”,
dejándonos “Orgullo” melodioso,
en aquel “Cancionero”, majestuoso.
Se fue, ofrendando armonioso legado,
cadenciosa nota, en cuaderno pautado,
tan milagrosa herencia habrá que ejecutar
y a tan gran compositor, ya, . . . canonizar.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 03 de marzo del 2019
Todas las palabras que aparecen entrecomilladas, excepto: “SAN”, “Cincuenta años, . . . sin su brillo”, “chilenas” y “Bárbaro”, son títulos de canciones de la autoría de Don Alvaro Carrillo . . .
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
ALVARO CARRILLO
“De la canción, lustre, . . . brillo.”
Jamiltepec, sentimientos,
centuria mil novecientos
diecinueve, por cierto año,
día caliente, sol de antaño.
Dos de diciembre, la fecha,
de la poesía, de la endecha,
armónicas, melodiosas,
como lo exigen las Diosas.
Trinaron aves canoras,
muy rítmicas, bien sonoras,
silbó bello, esa mañana,
una calandria castaña.
Hace un siglo, aquí, les digo,
con el Creador, por testigo,
y también Santa Cecilia,
los músicos, su familia.
Alvaro Carrillo nace,
virtuosísimo, con clase,
para brindarnos canciones,
las “chilenas”, sus pasiones.
“El Camalote”, lo mece,
tal ranchería se estremece,
“Cacahuatepec”, Oaxaca,
coplas de oro, son de laca.
En “La Negra Cortijana”,
polifonía para dama,
afroamericano reto,
“La Amuzgueña”, “El Amuleto”.
Que, hoy, se trove en Costa Chica,
con tonada excelsa, rica
en matices musicales,
de inspirados manantiales.
Recordemos al autor,
al genial compositor
de trescientas melodías,
de tristezas, alegrías.
Al que pautó el “Charco Choco”,
“lingo, lingo”, poco a poco,
que engrandeció a “Pinotepa”,
pieza regional de cepa.
Recordemos al cantor,
al bardo, al Gran Señor
de la pista, el escenario,
al “Andariego” del radio.
Al humilde “Cancionero”,
del bolero, misionero,
al “Negro de Costa Chica”,
“Sabor a mí”, así lo indica.
Recordemos al bohemio
que nació con Don, con premio,
“Sabrá Dios”, romanticismo,
convertido en misticismo.
A “San” Alvaro Carrillo,
que le diera lustre, brillo,
a la canción mexicana
con la nota más lozana.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 02 de diciembre del 2019
Salvo las expresiones: “De la canción, lustre, . . . brillo”, “chilenas”, “El Camalote” y “San”, todas las demás palabras y frases entrecomilladas, son de la inspiración de Don Alvaro Carrillo . . .
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)