Gracias a las amables peticiones de los radioescuchas, de nueva cuenta escucharemos la voz de la cantante Ana María Fernández. Se cuenta que en una de esas ocasiones que Lara tocaba en el Teatro Lírico, el pianista escuchó una voz entre el público, una voz que se distinguía por su potencia y entonación. De inmediato volteó hacía las butacas para localizar a la mujer que cantaba de esa manera. Cuando la localizó entre el público, le pidió que repitiera ella sola la pieza completa. Después de hacer que cantara varias veces el mismo bolero, Agustín Lara bajó del escenario y se dirigió a ella. Dicen que, siendo tan cursi como le permitía su temeridad, se arrodilló ante ella y le pidió si quería ser su intérprete. Ana María Fernández, es decir la joven sentada frente a Agustín, aceptó la invitación. Sólo por casualidad Ana María había asistido a ver la función de Agustín, en realidad ella era una bailarina que trabajaba en la compañía de Roberto “El panzón” Soto. Viuda muy joven, a los 19 años, fue una mujer que decidió entrar a trabajar al teatro para poder mantener a Olga, su pequeña hija. Perteneció al grupo de tiples que salían en los cuadros bailables, pero su jefe, el señor Soto, nunca sospechó de su voz. En ese tiempo ella enfermó de pulmonía que la tuvo en cama varias semanas, cuando ya se sentía un poco mejor, antes de regresar al trabajo en el Teatro Politeama, fue a ver la actuación de Agustín Lara y Juan Arvizu al Teatro Lírico. Fue así como se dio el encuentro con Agustín Lara, un encuentro importante para la música popular en México, ya que por ese acontecimiento podemos disfrutar de la voz de Ana María Fernandez.(Con datos del libro Mi novia la tristeza, escrito por Pavel Granados y Guadalupe Loaeza).
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Una gran mujer, una increible abuelita, la mejor del mundo, la extraño con todo mi corazón su nieto consentido Jacobo Estrada