Programa 03 de octubre 2014. Hace 107 años murió Cri Cri

foto-francisco-gabilondo-soler-cri-cri-el-grillito-cantor-15427-MLM20101820869_052014-FEste 6 de octubre se cumplen 107 años del nacimiento de Francisco Gabilondo Soler, Cri cri, quien llegó a este mundo en 1907 en la ciudad de Orizaba, Veracruz. Para recordarlo escucharemos algunas de sus canciones en la sección La Carpa. Gabilondo Soler inició su carrera como compositor a finales de los años veinte, cuando aún vivía en su natal Orizaba. Compuso ritmos como tango, fox-trot y danzón, aunque desafortunadamente sus primeras obras se perdieron. Llegó a la ciudad de México en 1928 en busca de cumplir su sueño de estudiar. Ingresó al Observatorio Nacional como voluntario, pero lo dejó al poco tiempo por falta de recursos. Se casó muy joven, casi terminando la adolescencia y por insistencia de Rosario Patiño, su primera esposa, que conoció en Orizaba (tuvo tres matrimonios), se instaló en la ciudad de México. Aunque su mayor pasión fue siempre la astronomía (donó un telescopio al Observatorio Nacional) la música fue el camino que lo llevó al estrellato. En 1932 incursiona en la estación de radio XYZ con un programa humorístico y de crítica social, por el cual ganó el apodo de El Guasón del Teclado. Posteriormente el Sr. Othón Vélez le da la oportunidad de presentar canciones para niños. El 15 de octubre de 1934 inicia un nuevo programa de 15 minutos -sin patrocinadores ni publicidad- en la XEW en el que narraba historias sobre animales y otros personajes. A sugerencia del mismo Sr. Vélez, adoptó el nombre de Cri-Crí, El Grillito Cantor.

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1 comentario en «Programa 03 de octubre 2014. Hace 107 años murió Cri Cri»

  1. A CRI CRI

    Por Francisco Gabilondo,
    el más musical Señor,
    ¡llegó, presto, a este mundo,
    un grillito muy cantor!

    En casa de la abuelita,
    dicen que anda por ahí,
    duerme en cálida cunita
    y, pues, se llama Cri Cri.

    Ese ser de las florestas,
    que gusta de hierba verde,
    dirige tiernas orquestas,
    en la tarde, que se pierde.

    Tiene antenas en cabeza,
    dos ojos negros, enormes,
    de una brillante belleza,
    par de cejas uniformes.

    Una cuerda es su boquita,
    el cuello, casi, le falta,
    arrugas, en la pancita,
    con tonalidad resalta.

    Se pone blanca camisa,
    un moñito oscuro, grato,
    saco de tela rojiza,
    boleado calza el zapato.

    Empuña violín de hoja,
    un arco de cuerda fina,
    el sonido se le antoja,
    fantasías en la retina.

    De melodiosa elegancia,
    su inspiración una lira,
    nunca se pierda la infancia
    de la gente que lo admira.

    Bajo el clima de Orizaba,
    siempre Dios lo cuidará,
    nota, pauta, armonizada,
    ¡muchos siglos vivirá!

    Está en la imaginación,
    de niñas, de niños, buenos
    que, entonando su canción,
    se ilusionan con los sueños.

    Mirando caer la gota,
    de agua, que da la nube
    y al “chorrito” que rebota,
    cuando baja, cuando sube.

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    México, D. F., a 6 de octubre del 2007
    Dedicado a mi pequeño nieto: Ian Santiago Mora Ramos
    Reg. SEP Indautor No. 03-2007-082112003600-14

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