La música en el México de la segunda mitad del siglo XX no olvidó a Benito Juárez, El Benemérito de las Américas y en 1919 se grabó un danzón que lo inmortalizó: Juárez no debió de morir, que se le adjudica al chiapaneco Esteban Alfonso y que escucharemos en tres versiones este viernes. Según un artículo de la Revista Proceso del 2006, a Juárez también se le han compuesto más obras, por ejemplo dos cantatas clásicas: El jalisciense Blas Galindo, quien con Moncayo, Contreras y Ayala Pérez conformase el Grupo de los Cuatro, compuso su “Homenaje a Juárez”, cantata para coro, solistas, narrador y orquesta con la que ganó el primer lugar de un concurso estatal y le estrenara la Sinfónica de Guadalajara en el Teatro Degollado de La perla tapatía, el 12 de septiembre de 1958. Asimismo, Manuel Enríquez armó su “Cantata a Juárez” para barítono, coro y orquesta que ejecutara en el Palacio de las Bellas Artes los días 2 y 4 de diciembre de 1983 la Sinfónica Nacional y el cantante Arturo Nieto. Ambas cantatas provocaron juicios ambivalentes a la musicóloga Yolanda Moreno Rivas, quien en su momento consideró fallida la de Galindo, denunciando que el denso contenido cívico había impedido “el libre vuelo a su talento creativo”. Por el contrario, “La Cantata a Juárez” de Enríquez, con texto de Carlos Pellicer, es aparentemente un experimento híbrido y ecléctico que lo mismo usa melodías que modernos efectos sonoros y percutivos, provocando un choque entre el texto y la concepción orquestal, solución que le permite distanciarse del sentido monumental de una cantata cívica”. (Fuente http://www.proceso.com.mx/?p=216029).