Entre la gran cantidad de grabaciones hechas por la llamada Alondra de la frontera, Lydia Mendoza, existe una canción que lleva precisamente el nombre de “Lydia”, y que resulta muy interesante porque este tema grabado en forma de huapango en el año de 1934 para el sello Bluebird, es una especial de autobiografía cantada. Esta canción es básicamente una humilde descripción de quién es Lydia cantada por la propia Lydia: “No soy alta ni bajita, soy de cuerpo regular, soy sencilla visto humilde y mi trato siempre es igual, soy de rango muy humilde, yo canto a todo el mundo la canción del arrabal: mal hombre que no tiene nombre. Todos dicen quién es Lydia, todos hablan quién será, más yo digo no soy nadie no presumo y nada más, cancionera de los pobres, cancionera y nada más, mi guitarra compañera de mis cantos de arrabal”. Ella rinde homenaje a su famoso éxito “Mal Hombre”, que fue la canción que la lanzó a la fama. En el libro “La historia de Lydia Mendoza”, escrito por Yolanda Broyles-González, la cantante recuerda: “En 1934 grabé el primer disco, “Mal Hombre”, y a los dos meses los de la disquera estaban ahí, contratándome y pidiendo que querían que grabara. Porque si no me hubieran contratado, no hubiera faltado otra compañía que me agarrara. Ellos se adelantaron. Vinieron de Nueva York. Era la compañía Bluebird, pero en realidad era la RCA Víctor. Ellos hicieron contrato con mi papá —por un año, y un año de opción. Pues ese año de opción se convirtió en diez años. Ya nomás se iba a llegar el fin del contrato y ya estaban mandándome otro para que lo firmara con otro año de opción. Y así estuvieron y estuvieron. Total, que no me dejaron libre. Luego me solicitó una compañía de California. Pero yo no podía, ¿ves?, porque estaba en contrato: entonces ya mucha gente se empeñó en conocer a Lydia Mendoza.
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