Crescencio Salcedo Monroy

“El Compae Mochila de los pies descalzos”

El inolvidable autor de “El año viejo”

Por ÓSCAR BOTERO FRANCO *

La carrera 49 (Junín) de Medellín, la “Ciudad de la Eterna Primavera), en los tramos comprendidos entre las calles 52 (La Playa), 53 (Maracaibo) y 54 (Caracas), tiene su historia y ha sido testigo de muchos acontecimientos. Inclusive, el hecho de caminar por esa vía, dio origen a la creación de un verbo que no ha reconocido la RAE, tal como es “juniniar”.

Hace algunos años, por allá desde mediados hasta finales del siglo pasado, caminar por Junín tenía su encanto, recuerdo que allí estaban ubicados ciertos establecimientos que se hicieron famosos y recordados, entre ellos: el teatro María Victoria, la Foto Molina, el Salón de Té Astor, el Almacén Primavera, las Joyerías 18 K. y Plata Martillada, el Club Unión, el Salón Versalles, etc. Y no podemos olvidar ese Junín de los fotógrafos de instantáneas, los de Foto Lujo y Foto Legal. Todos tenemos en nuestros álbumes familiares fotos de esas, en papel o en telescopio. Luego llegaron los dos centros comerciales: el C.C. Astoria y el C.C. Junín Palacé-Maracaibo. En el primero, recordamos que allí tenía su almacén de discos el señor Hernán Restrepo Duque, llamado “Centro Musical Astoria”.

Junín era la vía para llegar a los teatros (salas de cine) Ópera, Aladino y Lido, también era el paso casi que obligado para sentarse a manteles en la Fonda Antioqueña, la Fonda de las Colonias o el recordado Doña María. Y era la entrada al Parque de Bolívar, con su Catedral Metropolitana al frente y la heladería San Francisco, donde vendían los mejores “conos” de Medellín, ubicada al costado derecho del parque.

Pero hay algo que también recordamos de ese Junín del ayer. Una estampa inolvidable: un señor de sombrero vueltiao, mochila, pantalón oscuro o blanco y camisa blanca, descalzo y sentado en el piso, con unos pocos discos de esos que giraban a 78 rpm, del sello o marbete “Mi Patria”, cuyo valor era de veinte pesos ($20), y unas cuantas flautas de caña, que vendía a cien, cincuenta y veinte pesos ($100, $50 y $20), Además, había un letrero que decía: “Aquí no se pide limosna, vendo discos y flautas”

Ese personaje que se ubicaba en la acera, muy cerca al Club Unión, sitio de mucho prestigio, ya que allí acudía la alta sociedad medellinense, tales como políticos, diplomáticos, autoridades, empresarios, gerentes de bancos, reinas de belleza y famosos cantantes, entre otros, era el inolvidable Crescencio Salcedo, un hombre humilde, inteligente, pacífico, pero que fue incomprendido y hasta estigmatizado, ignorado y humillado por algunas personas.

Crescencio Salcedo Monroy, uno de los más importantes autores y compositores de música de Colombia, nació el miércoles 27 de agosto de 1913, en Palomino, corregimiento de Pinillos, departamento de Bolívar. Y falleció cuando estaba próximo a cumplir sus 63 años de edad, también un miércoles, el 3 de marzo de 1976, en Medellín, la ciudad que lo acogió durante varios años. Su deceso estuvo a punto de ser ignorado, ya que esa fecha fue trágica en España, con repercusión mundial, pues debido a los sucesos de Vitoria, Álava, donde murieron 5 personas y hubo más de 150 heridos (también se conoció como la matanza del 3 de marzo). Fueron sus padres el señor Lucas Crescencio Salcedo Salcedo y la señora Belén Monroy, y su esposa fue doña Ligia Esther Alzate. No acudió a la escuela, por eso no sabía leer y escribir, situación que presuntamente fue aprovechada por algunos inescrupulosos para aprovecharse de la autoría de algunas de sus obras y usurpar los derechos que legalmente le pertenecían.

Tampoco hizo estudios musicales, nada de solfeo o armonía, o similares, pues él decía: “¿Para qué el pentagrama y las notas? ¿Ha oído cantar a un turpial? ¿Dónde estudió música el turpial? En ninguna parte, y, sin embargo, produce las más bellas melodías”.

Crescencio tuvo gran cariño por su abuelo materno, don Telésforo Monroy, quien le enseñó a trabajar la agricultura y la ganadería, era un gran cazador y le decía “Crecio”, diferente a sus amigos que lo llamaban “Quencho”, mientras que su tío rico, Matías Beleño Monroy lo llamó “Crecén”. Crescencio trabajó con el señor Roberto Balcázar, vendiendo telas y confecciones en una lancha, haciendo largos recorridos por el río; también trabajó al servicio de un alemán, Luis Cassin, pero después de regresar de uno de los viajes con “Mister Casi”, encontró la triste noticia de que su abuelo había muerto, “¡Cosa que, a mí casi también me causa la muerte!”.

Crescencio Salcedo generó todo tipo de comentarios, tenía detractores muy fuertes, como es el caso de doña Ofelia Peláez (QEPD), investigadora musical colombiana, quien se refería a él con frases que demostraban su poca empatía hacia este personaje, pero también encontró personas que lo apoyaron y quisieron ayudarle, tales como Jorge Villegas y Hernando Grisales, quienes recogieron sus historias y anécdotas, las mismas que publicaron en un pequeño libro de Ediciones Hombre Nuevo de Medellín, en diciembre de 1976 y que titularon “Crescencio Salcedo, mi vida”, obra de la cual, con la venia de sus autores, he recopilado mucha información.

En la introducción, los autores la terminan diciendo: ”…Este trabajo no va dirigido al intelectual pretencioso, sino al pueblo colombiano a quien tanto amó Crescencio y a quien tanto honró, enalteciéndolo siempre en sus canciones”.

La producción musical de Crescencio Salcedo supera las 200 obras, en diferentes ritmos, algunas fueron muy reconocidas a nivel nacional e internacional, otras tantas quedaron en el anonimato. Algunas de sus obras fueron birladas, pero a él parece que poco le importaba: “¿Derechos de autor, de qué? ¿Qué si he cobrado derechos de autor? ¿Autor de qué? Yo no soy autor de nada. ¿No le digo? Y como no lo soy, no cojo nada. Recojo motivos para expresarlos en música. Otros recogen la plata…” (Las 2 Orillas).

Las obras más conocidas de Crescencio, muchas con polémica sobre su autoría, han sido grabadas por artistas reconocidos, ejemplo, “La múcura” puede tener más de 350 versiones. Al respecto, Crescencio contaba que cuando Bobby Capó vino a Colombia, aprendió la canción y la grabó en Puerto Rico en 1949 para el sello “Seeco”, Serie Universal, teniendo el acompañamiento de Avelino Muñoz y su Orquesta y de Los Universitarios (matriz SR 1447, catálogo 7034B). Esta obra fue llevada al cine en algunas producciones mexicanas. En futuras crónicas hablaremos más detalladamente sobre “La múcura”, un motivo popular que adaptó para flauta en 1930.

También hay que hacer mención de “El hombre caimán” (1924), que le enseñó a Luisa Colón (“Mona Macho”) en Magangué, y esta a la vez, se lo dio a conocer a José María Peñaranda. “No puedo hablar de que Peñaranda se haya apropiado de mi composición. No puedo calumniar. Nunca he reclamado regalías por el Caimán. Las costumbres del pueblo se dejan completamente libres”.

Otra obra: “El gavilán”, paseo, grabado por la orquesta de Eduardo Armani en Argentina para el sello “Odeón”. “Nunca deja de haber siempre un admirador que quiera ser autor de mis obras”.

“El cafetal”, paseo, obra estrenada en Cartagena por el “Trío Nacional” (Sebastián, Periñán y Julio Carmo). En 1946 Antonio Fuentes grabó la obra, diciendo: “Crescencio es como un hijo para mí. Yo grabo la obra y sé que él no se enoja, cuando venga aquí (Cartagena), pues yo lo único que hago es reconocerle su derecho de propiedad intelectual”. Pero cuando Fuentes fue a registrar la obra en New York lo hizo como de “Fuentes y Salcedo”.

“Santa Marta y Cartagena”, concebida en 1932 o 33. Crescencio se la enseñó a Chico Bolaños, pero al poco tiempo apareció el argentino Eugenio Nóbile diciendo que la obra era de él, “…se adueñó de la obra para cobrar la propiedad intelectual de ella, y hacerse pasar en la Argentina como su autor…”- “…Nóbile se ha permito seguir refutando y ratificando que la obra es de él. ¡Cuándo en la Argentina se ha podido recoger el ritmo paseo, si allá no se habla de paseo, allá se habla de tango!”.

“Nunca olvido el año viejo”, Palomino, 1952. “El primero en grabar esta obra fue Santander Díaz con Pacho Galán y su Orquesta, si no me equivoco”, decía Crescencio. El autor le entregó la obra directamente a Curro Fuentes, “Curucho”, hermano de Antonio Fuentes y propietario de Discos Curro, “…el hombre, autoralmente, se portó bien conmigo…”. “Cuando Pacho Galán grabó la obra no tuvo ninguna acogida, le hizo falta, quizás, una mejor interpretación que él no

tuvo capacidad para hacerla. Para lo único que tiene capacidad es para hablar necedad, no cumplir lo que habla sobre un hecho, y darse importancia…”

“La víspera de año nuevo”, merengue, es otro tema de Salcedo que despierta polémica, pues en la grabación que hizo Guillermo Buitrago se le atribuye la autoría a Tobías Enrique Pumarejo, aunque, a decir verdad, hay alguna similitud en algunas estrofas, como: “Te voy a felicitar con el cuerpo y con el alma, año nuevo lo quiero pasar junto contigo bajo calma”.

“La Varita de caña”, paseo de 1941, que narra la historia sucedida en San Antonio (a orillas del Magdalena) con “Juan Melodías”. Este tema lo grabó en la fábrica Fuentes un muchacho sin pedirle permiso al autor, con la Orquesta Emisora Fuentes y en el disco aparecía como autor un hombre de apellido Sobrino, cuando ya la obra estaba registrada a nombre de Crescencio, trámite realizado por el abogado Saúl Charry de la Hoz.

Y así, tendríamos material para alargar esta crónica en homenaje a uno de los grandes autores y compositores colombianos, aquel que pudo demostrar que el paseo no es vallenato: “…podía ser cualquier rincón de Colombia el dueño de este ritmo, en la parte de la costa, menos Valle de Upar…”. Crescencio hizo también pasillos, tangos, fandangos, porros, paseos, gaitas, cumbias, merengues.

Y quiero cerrar con este comentario sobre su obra “Tipicismo”, que es una cumbia. Crescencio decía: “Fíjense, que así es como se coge (asir, agarrar, tomar) la obra. No con sentimientos metafóricos, sin hablar belleza, sin hablar poéticamente. Debemos ceñirnos a la poesía para distinguir el talento, el sentimiento. No hablar en cualquier forma, por ejemplo:

Lloran los guaduales

porque también tienen alma

lloran los guaduales

porque también tienen ¡bla, bla, bla!

Eso no es así ¡pa correr! Pero, ¿cuándo ustedes han visto que los guaduales lloran?, y menos aún, ¿que tienen alma?

¡A ver, que venga aquí cualquier gentecita lagañosa pa´ corregirme esa obra! “. Refiriéndose a “Tipicismo”.

También hizo un comentario bastante fuerte sobre el pasillo “Hortensia” de Ángel María Camacho y Cano, grabado en la casa Víctor en 1929 por Margarita Cueto y Carlos Mejía. Crescencio, haciendo alusión a su pasillo “El egoísmo” decía: “…la persona hipócrita le aparenta a usted lo que no siente. Esta gente desfigura el sentimiento que alienta con su figura a la materia, Y hacen figuras tristes que son como para coger un cuchillo y ¡zampárselo!, por ejemplo:

Te vas indiferente

te alejas de mi lado

como si nada hubiera

pasado entre los dos.

Cuando el recuerdo surge

amargo y lacerante

como una puñalada

para mi corazón.

La puñalada ya está en la canción misma. Entonces, el otro vergajo, que no está entendiendo la parte comercial de este pendejo, llega y coje un cuchillo y ¡se lo zampa!”.

La última presentación en público de Crescencio Salcedo Monroy tuvo lugar cuando la Gobernación de Antioquia le hizo entrega de la máxima condecoración departamental, “La Estrella de Antioquia” y cuando la Alcaldía de Medellín lo premió con diez mil pesos ($10.000) por haber resultado ganadora su canción “Precioso tricentenario”, enfrentándose a 150 concursantes durante los festejos del Tricentenario de Medellín, en 1975. Crescencio dijo al respecto: “Me salió rapidito. Es que no pierdo rendimiento cuando estoy en mi campo de trabajo. Cuando estoy en esa vaina se me olvida que estoy enfermo”.

*Periodista e Investigador musical

Socio de la Corporación de Coleccionistas de Música de Envigado

“Daniel Uribe Uribe”

Medellín, abril 13 de 2024

17 comentarios en «Crescencio Salcedo Monroy»

  1. Oscar,al leer ésta semblanza que haces sobre Crescencio,vienen a nuestra mente tantos recuerdos y vivencias de nuestra juventud, que, en mi caso, tenía olvidados. Muchos detalles desconocidos sobre su vida y obra,así como vivencias que disfrutamos al detenernos a escuchar sus interpretaciones ,relatos y disquiciciones,sobre la Música. Como todas tus investigaciones y tu forma de presentar tus crónicas ,excelente ésta.Gracias por compartirnos información tan interesante.!!!

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    • Excelente artículo, maestro Oscar Botero sobre la vida y obra del gran maestro de la humildad, un sabio, un Maestro CRESENCIO SALCEDO, bien documentado y bien escrito, felicitaciones, maestro Botero

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  2. Qué interesante y oportuno el comentario sobre este importante “juglar” de la tradición musical colombiana. La obra del Maestro Crescencio Salcedo debería ser declarada Patrimonio Nacional. Felicitaciones, amigo Óscar. Siga así, HASTA QUE EL CUERPO AGUANTE!

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  3. Buenos días. Muy interesante esta crónica del periodista Óscar Botero. El maestro Crescencio Salcedo fue, es y será uno de nuestros más geandes compositores. Personajes de esta talla merecen todo el reconocimiento. Como también lo merece el periodista, que rescata del olvido al autor inolvidable de El año viejo y El cafetal.

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  4. El artículo me pareció muy interesante. Prácticamente no sabía nada de la vida y obra de Crescencio. Lástima la forma como terminan la vida muchas personas a las que no sabemos valorar en su debido momento.
    Felicitaciones por el artículo. Muy revelador de la personalidad del poco valorado y muy insigne autor de piezas tan importantes de nuestra música.

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  5. El viejo refrán dice que “El pecado es cobarde”. Así quedó demostrado en el libro que publicó discos Fuentes hace varios años, donde no mencionan para nada al maestro Crescencio Salcedo. Por algo sería. El artículo está muy bien logrado, felicitaciones al periodista Botero.

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  6. Su trabajo sobre la vida del Sr. Crescencio Salcedo Monroy es simplemente excepcional. Su dedicación y habilidad para capturar la esencia y el legado de una figura tan importante es verdaderamente admirable. Gracias por compartir esta historia inspiradora con el mundo y por honrar la memoria del Sr. Salcedo de una manera tan conmovedora. ¡Su labor es realmente digna de reconocimiento y celebración!

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  7. Don Óscar, buenos días.
    Nuevamente nos deleitas con una columna, en la que tratas la interesante biografía del gran Crescencio Salcedo, el humilde y prolífico compositor bolivarense, cuyos años transcurrieron vendiendo flautas sobre la carrera Junín.
    No tuve la oportunidad de conocerlo, pero si supe de su abundante cosecha autoral, en la que sobresalen “la Múcura” y “El Año Viejo”.
    Feliz día, se le aplaude de nuevo.

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  8. Respetado y estimado investigador musical, además de gran periodista. Acabamos de leer su nota periodística sobre ese gran “FILÓSOFO POPULAR” que fue Crescencio Salcedo.
    Su pintura narrativa no hizo más que llenarme de nostalgia porque este servidor, fue testigo presencial de lo que usted describe de la vieja carrera Junín acá en Medellín.
    ¡¡¡Qué orgullo, como medellinense, que mi amada ciudad hubiera a cogido hasta su muerte a este GRAN COLOMBIANO.
    Para despedirnos sobran las felicitaciones por su excelente crónica.
    Somos de usted seguidores…
    Gonzalo y María Cecilia.

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  9. Buenas tardes Oscar como estas si muy buen dato biografico de parte de la obra del maestro cresencio salcedo y te escribo por un dato muy interesante sobre la señora ofelia pelaez qepd sin ofender a nadie porque aqui se habla de la antipatia que tenia esta señora por el maestro…
    Pero en fin no somos nadie para juzgar cada quien actúa bajo su propio criterio y ella no la iba bien sino con Alfredo Sadel por su relación pero como te comento todos tenemos detractores y muchas veces por envidia…
    Muchos saludos Oscar

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  10. Es inaudito que a un tal Maluma, o Arelys Henao, o Jessi Uribe, o Yeison Jiménez, etc., les hagan homenajes y reconocimientos. Mientras que a un personaje como el maestro Salcedo lo tengamos olvidado. Gracias al periodista Óscar Botero por recordar a este grande de la música.

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  11. ME DA GRAN SATISFACCIÓN EL HECHO DE SABER QUE AÚN TENGAMOS PERIODISTAS TAN PROFESIONALES COMO EL SEÑOR ÓSCAR BOTERO FRANCO DE MEDELLÍN, QUIEN CON LUJO DE DETALLES NOS PRESENTA ESTA EXCELENTE CRÓNICA SOBRE EL GRAN COMPOSITOR CRESCENCIO SALCEDO. SU CANCIÓN DE EL AÑO VIEJO ES INOLVIDABLE. Y SEGÚN PARECE LA MÚCURA TAMBIÉN ES DE ÉL PERO FIGURA A NOMBRE DE OTRO SEÑOR, FELICITACIONES SR. BOTERO.

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  12. Acabo de leer esta importante crónica sobre Crescencio Salcedo, personaje que no conocí pero que hizo unas canciones inolvidables, dicen que le robaron la autoría de varias. Felicito al autor debeste trabajo, periodista O..Botero.

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  13. Este artículo de don Oscar Botero me ha creado inquietud. Siempre se ha dicho que La mucura y El cafetal son de Crescencio Salcedo, pero la señora Ofelia Peláez afirma que no eran obras de el y da argumentos. Solo le reconoce a este compositor El año viejo, y dice que por este tema recibía miles de dólares como regalías.
    Queda la duda. Lo cierto del caso, es que el periodista Botero ha sabido hacer una fiel radiografía del compositor y merece mi total reconocimiento.

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