Además de contar en cabina con la presencia en vivo del dueto Las Tranqueñitas, conformado por las hermanas María del Pilar y Rosa del Carmen Hernández Martínez, este viernes, entre otros contenidos, recordaremos al compositor aguascalentense Alfonso Esparza Oteo, a 68 años de su fallecimiento, ocurrido el 31 de enero de 1958. Esparza Oteo nació el 2 de agosto de 1894, en la ciudad de Aguascalientes; fue el segundo de los 10 hijos de don Luis R. Esparza y doña Concepción Oteo. El padre de Alfonso sabía tocar varios instrumentos. Desde muy temprana edad Alfonso mostró su inclinación por actividades y distracciones relacionadas con el arte; disfrutaba organizando funciones de títeres o como tramoyista y cantante, entre otras cosas. Más adelante asistió a la academia del presbítero Fermín Ramírez, donde tuvo la oportunidad de instruirse con maestros, como Juan María Cisneros, Arnulfo Miramontes y Manuel M. Ponce, de quienes recibió clases de piano, órgano y canto, y composición, respectivamente. En marzo de 1919, Esparza Oteo viajó a la ciudad de México. Su único equipaje eran varias composiciones escritas, una mente plena de inspiración y un ánimo avasallador. Ya en la capital se instaló en una casa de huéspedes, y decidido, comenzó a tocar puertas en busca de oportunidades. De esa forma llegó a la Casa Wagner, una de las más reconocidas, y donde le ofrecieron un empleo que aceptó. Al poco tiempo fue distinguido por su capacidad, sentido de responsabilidad y don de gente. En el Teatro Lírico, en 1920, estrenó “Un viejo amor”, en coautoría con el Güero Adolfo Fernández. En el Gobierno del Gral. Álvaro Obregón (1920-1924), Alfonso Esparza Oteo se convirtió en el compositor de moda en México, gracias a lo cual pudo conocer al Presidente, quien lo nombró Director de la Orquesta Típica Presidencia.
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